Diego Morales
– El artista Edgar Gutiérrez (Maracaibo, 1957) disfruta un privilegio maravilloso: dio vida y esencia estética a Bernard I, un perro muy hermoso, del conjunto de 50 canes y gatos dispuestos en el parque Maurice A. Ferré, donde, desde el pasado doce de febrero, Miami mostrará con carácter permanente, con libre acceso, este compendio de ladridos y maullidos artísticos. Manada corriendo infinita en mitad de la urbe cósmica.
Dicho proyecto de arte público es una labor conjunta entre el comisionado Joe Carollo y el Bayfront Park Management Trust.
El propio artista zuliano manifiesta su regocijo por compartir esta presencia suya, a través de Bernard I, en este proyecto, concebido por la pareja de Marjorie y Joe Carollo, quienes han declarado que protegen a ultranza a los animales desprotegidos en su área de residencia. “Todo se originó del más genuino amor que tengo hacia los animales. He tenido perros y gatos toda la vida, siempre busco adoptar, nunca comprar”, explicó Marjorie Carollo.
Su marido ampliaba: “aquí se han olvidado de los artistas locales, van buscando algunos nombres grandes, y a la gente local que tiene tanto talento no se les da la oportunidad de enseñarlo. Aquí se les está dando”.
Edgar resalta la labor del coordinador del proyecto, Miguel Ferro. También la presencia de artífices como por ejemplo, GADU, Carlos Ayube, Daniela Sánchez Vegas, Alex Almarza, entre otros.
Desde hace más de treinta años, Edgar Gutiérrez ha desarrollado una extraordinaria relación con Miami. Su obra ha transcurrido por un conjunto de técnicas y de tendencias, lo cual le insta a definir su obra como ecléctica.
“Creo que todo perro suele parecerse a su amo”, bromea Edgar a propósito de Bernard I, un gracioso bóxer en cuya piel ha escondido un montón de claves sobre el uso del color en la obra. Artista inteligente y poseído de la gracia y nobleza de la escuela tradicional de maestros oficiantes del arte caribeño.
Pasa frente a Bernard I una hermosa dama con una bóxer tán bonita e inteligente y entonces se escucha una voz de profundidad cósmica que dice esos versos del poema A mi perro, de Vicente Aleixandre:
“Tú me has conducido a tu habitación, donde existe el tiempo que nunca se pone.
Un presente continuo preside nuestro diálogo, en el que el hablar es el tuyo tan sólo.
Yo callo y mudo te contemplo, y me yergo y te miro. Oh, cuán profundos ojos conocedores.
Pero no puedo decirte nada, aunque tú me comprendes… Oh, yo te escucho.
Allí oigo tu ronco decir y saber desde el mismo centro infinito de tu presente.
Tus largas orejas suavísimas, tu cuerpo de soberanía y de fuerza,
tu ruda pezuña peluda que toca la materia del mundo,
el arco de tu aparición y esos hondos ojos apaciguados
donde la Creación jamás irrumpió como una una sorpresa”.
¡Salud!
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Alexis Blanco
