-Ahí retumban las aguas del lago de Maracaibo, muy cerca del puerto, lo que para muchos es el nuevo malecón, aquel testigo mudo de lo que fue una de las tragedias más grandes, más tristes, que se hayan registrado, la noche del 8 de agosto de 1937, cuando una embarcación se movía mucho y algunas personas nerviosas comenzaron a caer al agua en medio de gritos de auxilio.
Las primeras piraguas navegaban gracia a la acción del viento. Las velas delantera, central y posterior recibían el nombre respectivamente de foque, trinquete y vela mayor. Ellas atrapaban el viento que les permitiría el ondulante movimiento para navegar con firmeza durante sus travesías, gracias a un conjunto de jarcias (cuerdas) y palo.
Olas y vientos acompañaron aquel 8 de agosto de 1937 a la Ana Cecilia desde que arrancó, como quedo marcado en la memoria de Rafael Adán Ochoa, último de las 112 personas que logró salir con vida de aquella tragedia de la época que enlutó el corazón de todos los zulianos.
Los motores arrancaron a las 10 de la noche y cuando llevaban 20 minutos navegando, el viento se hizo fuerte y para ese entonces iban a la altura de La Arriaga y San Francisco. Los más prudentes suplicaron al capitán que regresaran porque la fuerte brisa estaba muy peligrosa con tanto exceso de pasajeros. El capitán Arturo Soto se opuso y ordenó que la gente se fuese a acostar, amenazando a los oponentes. Acto seguido ordenó al maquinista que diera más velocidad, según contaron testigos en esa oportunidad.
A los cinco minutos, la “Ana Cecilia” se fue hacia un costado y se volteó. Como había exceso de pasajeros, los salvavidas no eran suficientes- El capitán Soto logró hacer tres disparos pidiendo auxilio. Nadie los escuchó.
Empezó la gente a desaparecer bajo el agua. Algunos de los pasajeros, quienes eran buenos nadadores, lograron llegar a las orillas del lago. El naufragio había tenido lugar a las 10:20 de la noche y los primeros auxilios llegaron a las 2:00 de la madrugada, a esa hora ya más de 80 personas se habían ahogado.
Contó Ochoa en aquella oportunidad que la piragua tenía un capacete de madera para la sombra, y sobre ella estaba un grupo de personas que se acostaban a dormir hasta que llegaba la motonave a tierra. De repente hubo un bandazo y esas personas cayeron sobre los pasajeros que viajaban abajo. La embarcación se comenzó a hundir y un total de 112 personas lograron sobrevivir, 76 cadáveres fueron encontrados y 30 nunca aparecieron, el hundimiento de la Ana Cecilia llenó de luto al Zulia, y esa tragedia todavía es recordada.
Más de cien personas murieron ahogadas al naufragar la motonave, una de las más grandes y mejor equipadas piraguas que cubría la ruta Maracaibo – Cabimas, que zarpó en medio de un temporal y sobrecargada con más de doscientos pasajeros.
El naufragio sucedió frente a las costas de La Arreaga, cercana a San Francisco, originando la mayor tragedia de su tipo en nuestro lago, con un centenar de muertos, la mayoría de ellos niños, mujeres y trabajadores petroleros.
El presidente del estado Zulia, doctor José Encarnación Serrano, decretó duelo público y nombró una Junta Pro damnificados. El presidente de la República general Eleazar López Contreras, asistió al entierro colectivo y el país entero se unió a este duelo.
Con información Elzulianorajao.com
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