San Nicolás de Bari fue un joven de familia millonaria, quien nació en Turquía allá por el año 305. Luego de la muerte de sus padres, empezó a repartir su riqueza entre los más pobres. Más tarde, se convirtió en monje e ingresó al monasterio de Sión, lugar que tuvo que abandonar cuando se convirtió en obispo, heredado de su tío.
Durante su obispado, son muchas las leyendas que reconstruyen la figura de San Nicolás de Bari como un generoso y heroico hombre de justicia.
Cuenta que entregó la dote a tres hermanas para contraer matrimonio, estaban a punto de ser vendidas por su padre. Enterado de la situación, Nicolás comenzó a dejarles dinero en las medias que ellas colgaban de la chimenea todas las noches. Esas prendas luego tendrían derivaciones navideñas, hasta el día de hoy.
Nicolás murió el 6 de diciembre de 327, pero su recuerdo y su imagen mítica fue creciendo hasta convertirse en San Nicolás. A partir de allí comenzaron a difundirse y multiplicarse los relatos de sus supuestos milagros y se convirtió en el santo más venerado de Europa.
¿Cuándo comenzó la tradición de los regalos?
Es en el siglo XIII, según cuenta el historiador Felipe Pigna, cuando comienza la tradición de un San Nicolás que reparte regalos a los niños y niñas en el aniversario de su muerte. Hacia comienzos del XVI, coincide con la tradición por la cual el niño Jesús entregaba obsequios, costumbre que se da en el marco de la Reforma Protestante. Sin embargo, la que tenía a San Nicolás como protagonista terminó imponiéndose y la fecha de entrega de los regalos se corrió al 24 de diciembre. A partir de allí comienza a circular esta nueva costumbre a lo largo de distintos países.
Se cree que el paso de la imagen de San Nicolás a la de Santa Claus sucedió alrededor del año 1624.
Patrono y protector de los niños
Existe también una historia sobre tres niños que fueron asesinados y sus cuerpos arrojados en un depósito de sal. Por la oración de San Nicolás, los infantes volvieron a la vida. Debido a esto a Nicolás se le considera patrono de los niños, y suele ser representado con tres infantes al costado.
Finalmente, una leyenda da cuenta de que en la Diócesis de Mira había un hombre abatido por la pobreza que decidió prostituir a sus tres hijas vírgenes. San Nicolás, buscando evitar que esto sucediera, trepó por el techo de la casa de aquel hombre amparándose en la oscuridad de la noche y arrojó por la chimenea una bolsa con tres monedas de oro. Con ese dinero el santo salvó a las doncellas de la perdición.