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viernes, marzo 29, 2024
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Baralt Teatro representa al Zulia en Caracas

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JUANA SUJO…Probablemente soñé con ella. Con la Maestra. O quizás fue un sueño dentro de otro sueño y otro y otro y así, en un delirio onírico, mi niña traductora del francés, Juliette Aiquel Godart, la hija del colega Pablo, quien se cuela por una habitación inmemorial de, supongamos ahora, el hotel Meliá, aquí por Sabana Grande, y me musita, en un español “cortazárico”, la respuesta infinita, como si estuviese leyendo su “wikipedí”, etc: “…(Juana Sujo) De origen judío, su infancia transcurrió en Argentina con sus padres, el empresario y fabricante de papel Adolfo Sujovolsky y Sara Berkonsky, ambos oriundos de la península de Crimea, en el sur de Ucrania. A los cuatro años se fue con ellos a Brasil, donde cursó su educación formal y aprendió portugués, y a Alemania. Fue educada junto a sus hermanas Berta y Ana en Berlín, donde se establecieron en 1923. Cursó estudios de piano, idiomas y de actuación, estos últimos con la actriz austríaca Ilka Grüning, quien a su vez había sido discípula del destacado director de cine alemán Max Reinhardt y, en este período, fue compañera y amiga de la actriz alemana Lilli Palmer. Logró un contrato con Otto Falckenberg y en el Kammerspiele de Múnich…”.

EL VIAJE…Desde Maracaibo hasta Caracas, transcurrió tranquilo y placentero, desde la mañana a la noche del sábado 10. La Compañía Baralt Teatro, liderada por Leonardo Isea Ochoa, arranca desde su nido en compañía de Charlot Teatro, verbo y gracia, Wolfgang González y Yasiris Reales. Dentro del formidable “Yutong brincong” venimos: Isabella Báez junto con su madre, Ana Rosa Gennero; Althair Dávila, Emily De La Rosa, Zully Montero, Ángel Marín, Roxana Portillo, José Guillermo Pirela, Juan Mantilla, Michelle Glen, José Luis Cabrita y quien, como periodista y actor, intentará ahora exponer y exponenciar todo el maravilloso período que va desde esa noche de sábado, todo un mágico y memorable domingo teatral, que incluyó presenciar (por la tarde llegaron Jesús Lombardi, director del Teatro Baralt y el productor César Marín), dos espectáculos magistrales: La isla, desde Burkina Faso, y Animales domésticos, de Bolivia. Teatro de actuación científica. La vida bella y dura.
De esto último tratan la mayoría de las obras que podrán verse en casi todos los estados del país, hasta el domingo próximo, 18 de junio.

Habib Dembélé y Hassan Kouyaté, en La isla, representando a Burkina Faso. Foto: Alexis Blanco

Temprano, este lunes 12, escribía para los compañeros de Fundateatrista: “Me cuentan que lo de los mexicanos es extraordinario. No sé si es la misma compañía azteca que abrió el II FITP en Caracas. También me han contado que es espectacular: una compañía teatral se ve obligada a preparar una obra de teatro para el jefe de un cartel a quien le fascina nuestro oficio. Uff…! Suena alucinante, en el sentido literal, jejeje. Que Romer monte a Chirinos da para un increíble festival, ellos solitos. No se vayan a perder a los de Portugal, con su obra Electra, el miércoles 13, porque son unos uevos…
Abrazzazo cósmico per tutti…! Salud…!..”.

ANFITRIONES…Isaac Chocrón fundó la Compañía Nacional de Teatro. Su espíritu acompaña esta aventura zuliana en la capital, donde parece existir una gran expectativa con respecto a Animales feroces, la obra que se estrenará a las seis de la tarde de este lunes, 12 de junio. Desde ese sueño del que hablé al comienzo, la voz de Juliette “wikipedia”: “…Isaac fue dramaturgo, novelista, ensayista, docente y gerente teatral venezolano. Director general fundador de la Compañía Nacional de Teatro (1984-1989 / 1993-1994) Premio Nacional de Teatro 1979. Bachiller en Arte del Instituto Militar Bordentown, Nueva Jersey, USA. Economista egresado de la Universidad de Syracuse, Nueva York, USA. PhD en Desarrollo Económico de la Manchester University, Inglaterra. Fundador, junto con Román Chalbaud y José Ignacio Cabrujas de El Nuevo Grupo (1967-1984) formando parte de lo que se conoce como la Santísima Trinidad del Teatro Venezolano. Coordinador (1978-1989) de la Colección Teatro de Monte Ávila Editores. Presidente del Teatro Teresa Carreño (1994-1996). Profesor (1978-2001) y director general (1996-2001) de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Fundador del Postgrado en Teatro Latinoamericano de esa casa de estudios…”.


Carlos Arroyo, director general del FITP y la CNT, flanqueado por Leo Isea y el reportero de NAD. Foto: Alexis Blanco

Carlos Arroyo dirige ahora la CNT, organismo creado el 22 de mayo de 1984, hoy clave dentro de la organización del II FITP. Acompañado de maestros como Aníbal Grunn, Costa Palamides y un puñado de glorias del teatro venezolano contemporáneo, como Aura Rivas, Francis Rueda o Ludwig Pineda, entre muchos otros notables artífices de la teatralidad criolla hecha país posible. Con Carlos Arroyo mantengo una línea de compañerismo y camaradería escénica que ha transitado importantes senderos exitosos. A mis cincuenta años de trabajo como actor venezolano desde el Zulia, todo este compendio de amistades tan entrañables me estremece desde los jardines de mi memoria.

ECOS DE MÍ…Estoy tan vivo y tan comprometido con el arte del periodismo, digo, del teatro, que a cada instante trato de ubicar dónde y qué está haciendo mi extrañado cómplice, mi Dylan Gabriel, quien, según me cuenta su mamá, conquistó el corazón de los mexicanos de La Vaca 35. Mi hijo me responde desde mi duende corazón.

El domingo estuvimos en la soberbia Galería de Arte Nacional. Allí hubo un encuentro gratísimo, con Andrea Riera (directora) y Piti Campos (actriz), de la delegación de Bolivia y con el notable exactor de Peter Brook, Hassan Kassi Kuyaté, de Burkina Faso. Hablaron de sus respectivas propuestas, inspiradas en esa condición sagrada, espejo de mitos y ritos, en el que deviene el teatro desde su condición más profunda, es decir, humana.

Francis Rueda y Alexis Blanco

MEMORIOSA CAJA…Volver a la adorada Sala Rajatabla, donde Enrique León, César Chirinos, Juan de Dios Martínez, Ángel Peña, Jesús Matuta Ortega, Carmine de Leo, Homero Montes, Aura Morán, Orlando Atique, Isaías Fulcado, Nelly Oliver, Camila León, Carmen Bohórquez, Doris Chávez, José Antonio García, Hermannkis Parra, Alexis Blanco, Nelson García con Caracciolo, Juan Navarro, Gladys Hernández y otros dramáticos que la desmemoria ahora sesga, le echamos una vaina al teatro latinoamericano con Traje de Etiqueta. Así lo recordábamos junto con William López y Pedro Pineda, sobrevivientes de esa otra leyenda cósmica del teatro nacional llamada Grupo Rajatabla, con Carlos Giménez a la cabeza. Esta historia fluye vertiginosa por mi sangre de medio siglo, mi concha de cachicamo muy lechudo y conspicuo, jejeje. Alucino…
La isla, L’île, del oscarizado dramaturgo Athol Fugard, musita es una obra superior: dos hombres, Winston y John, representados por los actorazos Habib Dembélé y Hassan Kouyaté, reflexionan sobre la vida, la muerte, el poder y las emociones humanas, a partir de una brillante paradoja: ambos presentarán, ante las autoridades del recinto de reclusión, una obrita de teatro llamada El juicio a Antígona, donde uno es Creonte, rey de Tebas y tío de ella, empeñada en enterrar con dignidad a su hermano Polinice, condenado y proscrito aún muerto. Esa justicia teatral que trasciende en el contexto de la obra africana. Una joya cuyos subtítulos en español ayudan al espectador a seguir a cabalidad la enorme dimensión poética de la obra.

Juliette vuelve a susurrar: “Dos compañeros de celda que tras años de convivencia en su pequeña celda son ya mucho más que amigos. Dos presos que trabajan mano a mano en la cantera, que duermen, comen y se asean juntos en un par de metros cuadrados. La obra comienza con los dos protagonistas en silencio, trabajando al unísono en la cantera, encadenados, cavando sus palas en la dura arena de Robben Island, echándola a la carretilla y vuelta a empezar. Sudando, jadeando, con el solo solido de su respiración entrecortada por el esfuerzo. Así durante unos minutos.  [En la versión original de la obra, representada por primera vez en Londres en 1973, esta escena dura cuarenta minutos, sin que nadie diga nada, sin que pase nada, provocando en el espectador primero la perplejidad, luego la inquietud, e incluso el enfado hasta que comienzan a empatizar con los protagonistas, (interpretados en aquel entonces por Winston Ntshona y John Kani, coautor de la obra que, para conseguir su pasaporte, tuvo que presentarse como el jardinero de Fugard)”.

Vía Metro nos fuimos, desde Bellas Artes hasta Altamira, donde, en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, Celarg, presenciamos el extraordinario alarde de interpretación por parte de Piti Campos, una Actriz, con mayúsculas, quien también explica los avatares de una vida signada por múltiples formas y estilos de violencia doméstica. Fina pieza que va metiendo el sentimiento del espectador en una pared de cajas de cartón que irremediablemente terminarán aplastando a la anónima heroina del ser y la nada en versión hecha en La Paz. Esto último suena tan paradójico.

EMBAJADA MARACUCHA…No estoy hablando del lar de El Naranjal, sino de Baralt Teatro, la institución que está representando al teatro zuliano en su totalidad, aquí en Caracas. Como debe ser, “todos a una como Fuenteovejuna”. Nos hemos preparado con tenaz convicción. Una visión comprometida: mañana, martes 13, repetiremos aquí mismo, en la Sala Juana Sujo, de la Casa del Artista Amador Bendayán, del sector Quebrada Honda, donde todo vibra cada vez que transcurren los trenes del Metro. Retornaremos el miércoles, cuando Portugal esté con su Electra, en el mismo Teatro de Teatros, el Teatro Baralt.

Tendremos una función de Animales feroces, el domingo 18 de junio, cerrando esta regia fiesta, todo honor y toda gloria. Después enviaré una crónica acerca de cómo haya sido este par de funciones acá. La familia Orense, protagonista de la pieza que dirige el maestro Leonardo Isea Ochoa, también se integra a este proyecto de brindar buen teatro como un bálsamo para tanta insiforia. Porque eso es, hoy por hoy, el arte y la cultura en nuestro país: un alivio profundo para males que jamás merecimos tener. Por eso, el Teatro…


¡Salud!

Alexis Blanco

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