Las miradas siempre se posan sobre ella, nunca pasa inadvertida y es que su 1,90 metros de estatura no se lo permite, por lo que siempre adonde quiera que va Amparo Regino Navarro se convierte en el centro de atención.
Su presencia genera curiosidad y comentarios, en especial de las mujeres que no puede ocultar su impresión al verla.
Amparo, de 19 años, es nativa de Soledad, un municipio colombiano del departamento del Atlántico de Colombia y es considerada por muchos como la mujer más alta del Caribe y quizás de Colombia.
Y ser alta en una región en que las mujeres en promedio tienen una estatura de 1,60 metros es para no pasar desapercibida, en especial en los sitios públicos como al tomar el bus, ir al centro comercial, restaurante, discoteca o al estadio Metropolitano, sitio al que frecuenta para ver los partidos del Junior.
Es una mujer que paraliza el tráfico cuando camina por las calles. Amparo es estudiante de Trámite Aduanero en Barranquilla, y sin ser modelo ya cuenta con muchos seguidores en sus redes sociales, por su belleza y altura.
Desde que nació, su peso y tamaño no eran atípicos, pero, lejos estaban sus padres de pensar que iba a crecer al punto de ser llamada la mujer más alta de la región Caribe.
Ser la más alta en su familia y grupo de amigos lo considera una ventaja.
Su padre mide 1,85 metros, mientras que su madre está en unos centímetros por encima del metro 70.
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Por eso, Amparo con 1,90 metros, no es solo la más alta de sus cuatro hermanos y de toda su familia, sino del norte del país, donde hasta el momento no hay reseña de un caso similar.
“Yo me creía más alta hasta que te vi a ti”, cuenta Amparo que le dicen las mujeres cuando la conocen y se le acercan a comentarle.
Amparo es una joven que cuando habla refleja su espíritu caribeño, se muestra como una mujer descomplicada, alegre y segura. Dice que nunca la ha afectado su altura, pese a reconocer que en el colegio y el barrio no faltan los “mamadores de gallo”.
“Ya me acostumbre a que la gente me mire, y hasta me digan cosas. Para mí eso es normal”, cuenta para referirse a que cuando va por la calle le tiran piropos, o cuando llega a discotecas o restaurantes las mujeres son las primeras en mirarla de pies a cabeza y enseguida cuchichear.
“Hay unas que se ponen hasta celosas, como si yo les fuera a quitar al novio, me tuercen los ojos y miran feo”, cuenta en medio de la risa.
No usa zapatos de tacón, siempre va en tenis por la comodidad y porque dice que no necesita verse más alta.
Cuando se monta en los buses dice que le toca irse hasta la última silla donde puede sentarse más cómoda.
“Las piernas no me caben, en especial en esas busetas pequeñas. Por eso debo buscar el último puesto, aunque allí tampoco puedo estirarme”.
Sobre sus relaciones sentimentales, dice que a sus 19 años no ha tenido muchas relaciones amorosas, pero en la actualidad tiene novio que lo tiene bien medido: 1,74 metros de estatura, ni un centímetro menos, ni uno más.
Con información de El Tiempo
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