Petróleo y gas son los focos de atención que están definiendo los inversores americanos cuando hablan de posibles negocios en Venezuela.
La producción de barriles se ha estancado, de hecho, en los 700.000, aunque puede que estas cifras cambien en no mucho tiempo si siguen las restricciones energéticas en el viejo continente.
De hecho, España ya valora volver a importar barriles de petróleo, tal como dio el paso también Estados Unidos hace apenas unos meses cambiando las reglas de las relaciones internacionales de décadas con el país de Maduro. De hecho, debido a las sanciones que se impusieron a Venezuela por parte del gigante americano, España recibió el último barril a finales de 2020. Algo que es probable que, dos años después, cambie de cara a septiembre u octubre.
De hecho, la delegación de Repsol ya está trabajando sobre el terreno para hacer posible esta nueva vía de suministro de crudo.
Mientras tanto, plataformas como Matchbanker están empezando a notar un mayor movimiento y consulta desde el país, por parte de familias que buscan un crédito rápido para hacer acopio de liquidez de cara a la más que probable recesión global que vivirá la economía tanto en América como en Europa.
De hecho, cifras como la inflación histórica que está viviendo Estados Unidos hacen presagiar unos meses complicados si, además, sigue la guerra en Ucrania y, con ella, los probables cortes de suministro de gas de Rusia vía Alemania y, también, con algunos países no solo europeos.
¿Volverá entonces la opción de suministro desde América?
Al igual que cada vez hay más tránsito de barcos de gas hacia el Viejo Continente para salvar las restricciones y cortes con Rusia, es probable que países como México o Venezuela puedan salir beneficiados en las exportaciones de crudo hacia el mundo.
Las nuevas reglas de las relaciones internacionales abiertas con el gobierno de Biden van a volver a permitir a Venezuela exportar, como ya ocurría en 2019, millones de toneladas de crudo que servirán de alivio a las políticas energéticas europeas que buscan soluciones y alternativas ante la dificultad que se plantea este segundo semestre y que plantea el invierno de 2023.
Tanto es así que ya se están empezando a implementar medidas relacionadas con ello reduciendo las temperaturas en edificios oficiales o incluso avisando a la población, como es el caso de Finlandia o Alemania, de posibles cortes de suministro durante unas horas al día de recrudecerse la situación.
En definitiva, empieza un otoño en el que será viable volver a establecer rutas comerciales entre los continentes que pueden abrir la puerta a mejorar las relaciones internacionales del país con el resto del mundo.
¿Está preparado el entorno internacional para buscar soluciones a medio plazo que palíen las consecuencias en la población de una crisis energética sin precedentes? Probablemente este nuevo escenario será el que sirva para plantear soluciones alternativas basadas, precisamente, en energías renovables y que no supongan una dependencia a nivel internacional para los países, aunque queda mucho camino por recorrer en este sentido.