De conformidad con la legislación iraní, la pena de muerte se aplica a numerosos delitos, incluidos los económicos, violaciones y robos a mano armada. El adulterio, el asesinato, la violación, el asalto y el tráfico de drogas , les sale lapidación y hasta la ahorca.
Irán mantiene la pena de muerte preceptiva por posesión de ciertos tipos y cantidades de drogas, y el número de ejecuciones registradas por delitos relacionados con estas sustancias se multiplicó por más de cinco, hasta llegar a 132 en 2021.
La pena de muerte se impone para un amplio abanico de delitos, como delitos de redacción imprecisa o excesivamente amplios, o actos que no deberían estar penalizados en absoluto, y mucho menos conllevar la pena capital.
Entre las personas ejecutadas en Irán hay también miembros de minorías étnicas y religiosas condenados por “enemistad con Dios” y “corrupción en la tierra”, miembros de la minoría kurda de Irán y musulmanes suníes entre ellos. La mayoría de las personas ejecutadas en 2015 fueron condenadas por delitos relacionados con las drogas.
En Irán, el adulterio se castiga con la muerte por lapidación, según el artículo 104 del Código Penal, pero el juez puede optar por ahorcar a las personas en lugar de apedrearlas. Si la familia de una víctima concede el indulto a un criminal condenado a muerte, la sentencia no se ejecuta.
Irán es uno de los treinta y cuatro países que hoy siguen practicando la pena capital como instrumento de justicia. Es el segundo país detrás de China en cuanto al número de ejecuciones.
Con información ABC Internacional