Hace mucho que mi viejo se fue. Quedan sus lecciones y consejos, uno de ellos: cada 31 de diciembre, decía, no salgan después de las 12.
Cada año lo recuerdo y comprendo el porqué.
Este primero de enero la ciudad recibió el duro golpe de la muerte de la joven, Adriana Mendoza, quien perdió la vida en un irracional accidente causado por un conductor irresponsable.
¿Cómo esperarse que en sentido contrario de una autopista venga a gran velocidad la muerte?
La muchacha había compartido el feliz año con su novio, el abrazo, las uvas, los primeros besos del año, partieron para ir donde su familia, sin embargo, el destino les jugó una mala pasada.
“No salgan después de las 12”, oigo repetir a mi padre.
Podemos tener cuidado, evitar las locuras nuestras, pero no podemos controlar a los demás, instrumentos nacidos para quitar la vida de inocentes.
Este 1ro. está vivo el dolor, los meses pasarán y para diciembre ya se habrá olvidado la tragedia, menos yo, que recordaré la advertencia de mi viejo.
JC
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