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Hoy es día del santo de los enfermos: San Juan de Dios

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Nació y murió un 8 de marzo. En Portugal en 1495 llega a la vida y muere en Granada, España, en 1550 a los 55 años de edad. Fue enfermero fundador de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, algo que lo llevó a hacerse conocido bajo el nombre de Juan de los Enfermos.

Nació en Montemayor y a los 12 años se trasladó a Torralba de Oropesa en Toledo, donde ejerció como pastor para Francisco Cid Mayoral hasta los 27 años, edad con la que se alistó en las tropas del capitán de infantería Juan Ferruz para servir a Carlos I.

De familia pobre pero muy piadosa, su madre murió cuando él era todavía joven y su padre falleció como religioso en un convento.

En su juventud fue pastor, muy apreciado por el dueño de la finca donde trabajaba. Le propusieron que se casara con la hija del patrón y así quedaría como heredero de aquellas posesiones, pero él dispuso permanecer libre de compromisos económicos y caseros pues deseaba dedicarse a labores más espirituales.

Salido del Ejército, quiso hacer un poco de apostolado y se dedicó a hacer de vendedor ambulante de estampas y libros religiosos.

Cuando iba llegando a la ciudad de Granada vio a un niñito muy pobre y muy necesitado y se ofreció bondadosamente a ayudarlo. Aquel “pobrecito” era la representación de Jesús Niño, el cual le dijo: “Granada será tu cruz”, y desapareció.

Estando Juan en Granada de vendedor ambulante de libros religiosos, de pronto llegó a predicar una misión el famoso padre San Luis de Ávila. Juan asistió a uno de sus elocuentes sermones, y en pleno sermón, cuando el predicador hablaba contra la vida de pecado, nuestro hombre se arrodilló y empezó a gritar: “Misericordia Señor, que soy un pecador”, y salió gritando por las calles, pidiendo perdón a Dios. Tenía unos 40 años

El 8 de marzo de 1550, sintiendo que le llegaba la muerte, se arrodilló en el suelo y exclamó: “Jesús, Jesús, en tus manos me encomiendo”, y quedó muerto, así de rodillas. Había trabajado incansablemente durante diez años dirigiendo su hospital de pobres, con tantos problemas económicos que a veces ni se atrevía a salir a la calle a causa de las muchísimas deudas que tenía; y con tanta humildad, que siendo el más grande santo de la ciudad se creía el más indigno pecador.

Fundación San Juan de Dios

Con información El Confidencial

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